El amaranto fue una planta de alta consideración en los pueblos precolombinos. El desconocimiento de los conquistadores provocó su agonía. Actualmente el aporte particular y científico trata de restituirle su lugar como recurso nutricional y económico.
El amaranto fue una planta que dentro de las actividades agrícolas de los pueblos prehispánicos pugnaba en importancia con el maíz y el fríjol. Era consumida tanto en forma vegetal como cereal, y la producción del grano estuvo en su máximo apogeo durante los períodos Maya y Azteca. La situación cambió cuando llegaron los españoles que prohibieron su cultivo y su consumo por considerarla “pagana”. Casi lograron erradicarla. Algunos estudiosos sostienen que se trató de una estrategia militar para mantener a la población débil y conquistarla más fácilmente, pues el amaranto era un alimento de guerreros.
Los Mayas quizás fueron los primeros en usar el amaranto, «xtes», como cultivo de alto rendimiento, apreciando especialmente su valor alimenticio. Los Aztecas lo conocían como “huautli” y lo ligaban con sus ritos religiosos. Y los Incas lo denominaron “kiwicha” (pequeño gigante) y lo respetaban principalmente por sus poderes curativos. La palabra “amaranto” viene del griego y significa “planta que no se marchita”. Vele citar que “las flores del amaranto de cualquier especie después de cortadas duran mucho tiempo y no pierden el color, asumen un aspecto más delicado y bonito que cuando están vivas, razón por la cual era utilizada antiguamente para adornar las tumbas y simbolizaban la inmortalidad”.
La resurrección del amaranto
Actualmente, la forma más común de consumir el amaranto en México es el popular dulce «alegría», cuya preparación, curiosamente, deriva del antiguo tzoalli , con la diferencia de que en lugar de harina de amaranto se utilizan las semillas reventadas como rosetas de maíz. En menor escala, y de manera más localizada, las semillas son molidas y mezcladas con maíz para elaborar platos típicos.
Composición química de la semilla de amaranto
Los análisis de la composición de las harinas de las semillas de amaranto muestran que el contenido de proteína varía entre 13 y 18%, la grasa va de 6.3 a 8.1%, la fibra es de entre 2.2 y 5.8% y el contenido de cenizas es de 2.8 a 4.4%.
El valor nutritivo de los granos del amaranto implica que además de su contenido proteico, el espectro de aminoácidos y los niveles de vitaminas y minerales son excelentes.
El amaranto puede ser útil en la elaboración de panes en sustitución de 10% de harina de trigo, para mejorar la calidad nutritiva y el sabor, que se describe como muy parecido al de la nuez. Además se le puede emplear en una gran diversidad de productos, como sopas, panqués, cereal para desayuno, bollos, crepas, tostadas, tortillas, fritos, galletas, empanadas, pastas, botanas, bebidas y en confitería.
Que pequeño es el amaranto y que enorme es el aporte nutricional ¿no creen? En Lecaroz sabemos esto y elaboramos algunos productos con esta formidable semilla, esperamos que les haya resultado interesante este artículo y les deseamos una excelente semana, ¡ah! no se olviden pasar a cualquiera de nuestras panaderías y llevar a su hogar nuestros productos de primerísima calidad y sabor, hasta la próxima.
Fuente: National Research Council.